Ediciones Urano Venezuela ha tenido el privilegio de formar una gran familia en este país y formar parte de otra más grande esparcida por varios rincones del mundo; una familia en la que cada integrante es alentado a tener una identidad propia y a construir su propio camino a sabiendas de que cada paso andado es un paso hacia la vida. No importan las caídas y los retrocesos, importan las intenciones, los ideales, las veces que hay que levantarse…
En esos caminos, pocas veces se tiene la oportunidad de compartir un tramo con alguien cuyos enormes pasos se pierden de vista y marcan una dirección clara, indeleble y ejemplificante. Marcos Ana es una de esas personas, uno de esos seres casi etéreos, angelicales con quienes la comunicación se dispara a niveles en los que sobran las palabras, y los gestos y las miradas cobran vida propia.
Creemos que las palabras en los libros dejan huellas y marcan existencias y también creemos que las palabras en voz de sus creadores marcan tiempos y salvan vidas. “Decidme cómo es un árbol”, de nuestro sello Umbriel, es uno de esos libros y Marcos Ana uno de esos creadores. Con una sutileza que raya en la ingenuidad nos sumerge en el más oscuro pasaje de su vida para luego mostrarnos, ya empapados y conmovidos, el luminoso cielo impregnado de estrellas que le esperó y que le ha acompañado desde entonces.
Es un recorrido por tiempos detenidos y acelerados, por espacios restringidos y liberados, por experiencias amargas y dulces, por la vida y casi muerte de un hombre a quien su amigo, casi hermano, Diego, pide siempre que se le arrope, que se le haga sentir protegido y querido, aún sabiendo que no sólo no nos resistimos a hacerlo sino que nos acercamos para que sea él quien nos sonría y nos toque para que, en espontánea reciprocidad, nosotros le hagamos sentir que somos familia y que somos nosotros los privilegiados en tenerle.
Y mientras intentamos decirle cómo es un árbol, nos alegramos con él por su “trocito de cielo por donde a veces pasan una nube perdida y algún pájaro huyendo de sus alas”, y nos enternecemos por la adopción de aquella flor nacida en una grieta del muro y nos quedamos con cada imagen descrita y escrita en piedra, en dolor y en soledad.
Y como puede sonar pretencioso que el dueño de casa hable bien de uno de sus hijos, compartimos con ustedes lo que nuestra prensa venezolana ha recogido en sus encuentros de esta semana con Marcos Ana:
Últimas Noticias dio cuenta de “la quietud de su mirada, la placidez de su rostro y la tranquilidad de su palabra” para rematar sentenciando que sus carceleros “fracasaron”.
Tal Cual nos recordó que Caracas “es un destino más dentro de la vuelta al mundo que Marcos Ana inició a finales de 1961” para honrar a quienes murieron durante el régimen de terror de Franco y complacer a los compañeros que le despidieron en el patio de la cárcel y le pidieron que no los olvidara.
El diario VEA resaltó que Marcos Ana no aparenta sus 88 años y que éste bromea diciendo que en realidad tiene 65, porque los 23 de la cárcel no los cuenta.
El Universal nos invitó a leer “el emotivo recorrido por los más de 9 mil días de prisión, su encuentro con la poesía y su lucha por la vida, sus ideales y la libertad”.
El Nacional destacó que la cárcel “no fue una barrera que le impidió seguir debatiendo ideas” y que fue allí donde se determinó “la obra poética y confesional de Marcos Ana”.
Quizá tanto comentario meloso estuviese marcado por el anuncio de que el genial cineasta español Pedro Almodóvar había adquirido los derechos para filmar su historia; quizá porque le respondió a Raúl Castro la semana pasada que “El arte de vivir joven es el arte de mantener jóvenes las ideas" o quizá sólo sea porque queremos decirle que aunque tema que el bosque de su generación desaparezca, como nos confía en las reflexiones finales del libro, la semilla que ha ido sembrando crecerá y rendirá frutos, y le aseguraremos que aprenderemos a ver por vez primera el azul del cielo y las estrellas y nos enterneceremos al poner nuestra mano en la cabeza de un niño y al estrechar a nuestros hijos entre nuestros brazos y que abriremos nuestros sentidos al pisar la hierba y sentir la libertad.
Don Marcos Ana, en Ediciones Urano quisimos ofrecerle esa casa que tanto añoraba desde la cárcel, ésa que no tendría llaves y estaría siempre abierta, donde la amistad no se detendría y en la que podrían entrar los pájaros, los amigos, el sol y el aire.
Don Marcos Ana, está usted en su casa, entre, y díganos usted “Cómo es un árbol”.
En esos caminos, pocas veces se tiene la oportunidad de compartir un tramo con alguien cuyos enormes pasos se pierden de vista y marcan una dirección clara, indeleble y ejemplificante. Marcos Ana es una de esas personas, uno de esos seres casi etéreos, angelicales con quienes la comunicación se dispara a niveles en los que sobran las palabras, y los gestos y las miradas cobran vida propia.
Creemos que las palabras en los libros dejan huellas y marcan existencias y también creemos que las palabras en voz de sus creadores marcan tiempos y salvan vidas. “Decidme cómo es un árbol”, de nuestro sello Umbriel, es uno de esos libros y Marcos Ana uno de esos creadores. Con una sutileza que raya en la ingenuidad nos sumerge en el más oscuro pasaje de su vida para luego mostrarnos, ya empapados y conmovidos, el luminoso cielo impregnado de estrellas que le esperó y que le ha acompañado desde entonces.
Es un recorrido por tiempos detenidos y acelerados, por espacios restringidos y liberados, por experiencias amargas y dulces, por la vida y casi muerte de un hombre a quien su amigo, casi hermano, Diego, pide siempre que se le arrope, que se le haga sentir protegido y querido, aún sabiendo que no sólo no nos resistimos a hacerlo sino que nos acercamos para que sea él quien nos sonría y nos toque para que, en espontánea reciprocidad, nosotros le hagamos sentir que somos familia y que somos nosotros los privilegiados en tenerle.
Y mientras intentamos decirle cómo es un árbol, nos alegramos con él por su “trocito de cielo por donde a veces pasan una nube perdida y algún pájaro huyendo de sus alas”, y nos enternecemos por la adopción de aquella flor nacida en una grieta del muro y nos quedamos con cada imagen descrita y escrita en piedra, en dolor y en soledad.
Y como puede sonar pretencioso que el dueño de casa hable bien de uno de sus hijos, compartimos con ustedes lo que nuestra prensa venezolana ha recogido en sus encuentros de esta semana con Marcos Ana:
Últimas Noticias dio cuenta de “la quietud de su mirada, la placidez de su rostro y la tranquilidad de su palabra” para rematar sentenciando que sus carceleros “fracasaron”.
Tal Cual nos recordó que Caracas “es un destino más dentro de la vuelta al mundo que Marcos Ana inició a finales de 1961” para honrar a quienes murieron durante el régimen de terror de Franco y complacer a los compañeros que le despidieron en el patio de la cárcel y le pidieron que no los olvidara.
El diario VEA resaltó que Marcos Ana no aparenta sus 88 años y que éste bromea diciendo que en realidad tiene 65, porque los 23 de la cárcel no los cuenta.
El Universal nos invitó a leer “el emotivo recorrido por los más de 9 mil días de prisión, su encuentro con la poesía y su lucha por la vida, sus ideales y la libertad”.
El Nacional destacó que la cárcel “no fue una barrera que le impidió seguir debatiendo ideas” y que fue allí donde se determinó “la obra poética y confesional de Marcos Ana”.
Quizá tanto comentario meloso estuviese marcado por el anuncio de que el genial cineasta español Pedro Almodóvar había adquirido los derechos para filmar su historia; quizá porque le respondió a Raúl Castro la semana pasada que “El arte de vivir joven es el arte de mantener jóvenes las ideas" o quizá sólo sea porque queremos decirle que aunque tema que el bosque de su generación desaparezca, como nos confía en las reflexiones finales del libro, la semilla que ha ido sembrando crecerá y rendirá frutos, y le aseguraremos que aprenderemos a ver por vez primera el azul del cielo y las estrellas y nos enterneceremos al poner nuestra mano en la cabeza de un niño y al estrechar a nuestros hijos entre nuestros brazos y que abriremos nuestros sentidos al pisar la hierba y sentir la libertad.
Don Marcos Ana, en Ediciones Urano quisimos ofrecerle esa casa que tanto añoraba desde la cárcel, ésa que no tendría llaves y estaría siempre abierta, donde la amistad no se detendría y en la que podrían entrar los pájaros, los amigos, el sol y el aire.
Don Marcos Ana, está usted en su casa, entre, y díganos usted “Cómo es un árbol”.
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